Fueron llegando raudas desde el Riachuelo a nado o subidas unas encima de otras. Alcanzaron con fervor avenida Corrientes. El obelisco trepado por dentro y por fuera. Comían lo que se les cruzaba: vinilos de Pugliese, ediciones cosidas de Mujica Láinez o papelitos arrojados al aire en la Bombonera. Chillidos atronadores rebotan, todavía, sobre el asfalto.
Me refugié, como todos. Fui del living a la cocina por alimentos. En eso sentí rasguidos tras la alacena. Cerré la puerta y corrí espantado hacia mi habitación, donde aún continúo encerrado. Mucho más no podré resistir; solo me queda un trocito de queso.
Ja ja.....
ResponderEliminar✌️
ResponderEliminarUn disparate...
ResponderEliminar