a Emma Wolf
Mi hija era distante y misteriosa. No adoraba jugar con muñecas. Las coleccionaba en un estante alto de su habitación, no sin antes arrancarle cuidadosamente los ojos. La docena de muñecas ciegas me producía una sombría sensación cada vez que abandonaba su cuarto. En una oportunidad tomé coraje y la encaré. "No me gusta como me miran", fue su respuesta.
Una tarde me apersoné hasta la casa de muñecas del barrio para comprar una; una no: la más resistente. "Con ojos de acero, si tiene", requerí. Se la dejé en su habitación, ansioso. La observó un rato con desdén. Las dejé solas.
A la mañana siguiente fui a despertarla. Una sonrisa enorme se me disparó cuando vi a la muñeca sentada en la cama con los dos ojos en su lugar. Mi hija estaba durmiendo de costado. Giré sobre su cama para besarle la frente dormida, cuando sentí un líquido denso y pegadizo adhiriéndose en mis labios. Abrí las persianas de inmediato. Con estupor vi como un rayo de sol pretendía ingresar por sus cuencas vacuas.
Uy.....que fuerte
ResponderEliminarUf
ResponderEliminarQue te pasará para relatar eso.
ResponderEliminarMuy Coraline
ResponderEliminarTremendo!!!!.
ResponderEliminarUfffff 🥶🥶
ResponderEliminar